Moneda social, la otra cara de la moneda

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Fuente: http://www.nonada.es/author/toniesteve

Juan es fontanero, y esta mañana ha reparado un grifo en casa de Jorge. Después ha pasado por el horno de Alfonso a comprar unos pasteles que éste prepara con los ingredientes que Luisa le vende de su granja ecológica. A todos les une una relación comercial, sin embargo ninguno de ellos ha gastado esta mañana un solo euro.

Todos han realizado sus diferentes pagos en moneda social. Un sistema de comercio en el que el valor de la moneda lo marcan sus usuarios y con el que no es posible especular. Generalmente este tipo de monedas (llamadas también complementarias) se circunscribe a ámbitos locales determinados, pues uno sus principios es que su uso revierta en beneficio de la comunidad y sus miembros.

Según el informe de Julio Gisbert sobre la situación de las monedas sociales en España, en abril de 2012 existían en nuestro país 25 monedas diferentes. A lo largo del territorio español ya es posible pagar en ‘Tururutas’ en Vilanova i la Geltrú, en ‘Copones’ en Cuenca o en ‘Boniatos’ en Madrid. En la Comunitat Valenciana el ‘Eco’ es la moneda más extendida.

¿De dónde han salido estas monedas?
Existen redes como la Res de Cataluña, de carácter eminentemente comercial, que nacen como iniciativas para fomentar la compra en determinados comercios locales. El cambio de esta moneda es un euro = un res. En este caso el consumidor debe recargar una tarjeta de socio con euros que son convertidos en moneda complementaria con el cambio 100 euros = 110 res. La ventaja para el consumidor es que por cada cien res que recargue obtendrá diez res extra que le permitirán comprar más productos por el mismo dinero. Para el comerciante el beneficio estriba en que de esta manera fideliza a su clientela. En este tipo de redes es necesario el paso previo del cambio de euros por moneda complementaria.

Sin embargo cuando hablamos de monedas sociales en el sentido más exacto del término, el componente ético siempre prima sobre el comercial. De esta manera, lo habitual es que este tipo de monedas surjan ligadas a diferentes colectivos y grupos de intercambio local, que necesitan de un instrumento para poder organizar las transacciones entre sus miembros sin tener que recurrir al euro en ningún punto del sistema.

Este es el caso de la Xarxa Local d’Intercanvi surgida a través de la asamblea 15M del Camp de Turia. Como nos cuenta Antonio Martín, uno de sus miembros, “la necesidad fue evidente: si no teníamos moneda por culpa de la crisis y el paro, y si la moneda ‘oficial’ estaba bloqueada en las entidades bancarias y financieras, teníamos que buscar una moneda a nuestro alcance.”

El resultado fue la creación de la xarxa. Esta denominación se debe a que está compuesta tanto por el Banc d’intercanvi (ICDT) dentro de la plataforma electrónica CES como por los mercados de trueque. En ambos se utiliza la moneda social como medio de pago, que en su caso llaman Eco. “Con el ECO no se puede especular, ni comprar ni vender, no se pagan intereses, y lo más importante, es una moneda generada con nuestro trabajo, no con la firma de un préstamo como ocurre con el euro” puntualiza Antonio.

El otro ‘valor’ del dinero
Aunque en su fase inicial la mayoría de las monedas sociales suelen establecer una paridad inicial con la moneda oficial del país en que actúen, lo que le da verdadero valor a un sistema social de intercambio es el tiempo y las habilidades de sus miembros. De este modo las monedas sociales permiten que sea nuestra capacidad de trabajo la que avale cada una de las transacciones que realicemos.

La Eco Red Hoya de Bunyol (ERHB) es otro de los colectivos valencianos que funcionan con ecos. Utilizan la paridad un eco = un euro y diez ecos = una hora de trabajo, y según nos cuentan, en este sistema “la fuente de dinero es la provisión de valor entre dos personas, el servicio que una persona presta a otra.
Algo que moviliza la riqueza real de una comunidad, que son el conocimiento y las habilidades de su gente”. Se trata de un sistema muy similar al de los bancos de tiempo, pero con la gran diferencia de que con esta moneda podemos comprar cualquier cosa.

Solo en Valencia existen ya una decena de redes de intercambio operativas en diferentes localidades, que además se encuentran coordinadas para poder operar entre sí. Según nos cuentan desde la ERHB, “el total de usuarios coordinados por los diferentes sistemas y colectivos ciudadanos está por encima de los 700 en la provincia, y el numero de ecos movidos por todos ellos supera los 30.000 ecos a día de hoy”. Entre los diferentes productos y servicios se puede encontrar pan ecológico de levadura madre, ropa, verduras, quiromasajitas, fontaneros, caldereros, mecánicos, jardineros, agricultores, acupuntores, diseñadores, fotógrafos, psicoterapeutas, médicos. obreros, muebles, electrodomésticos…

Una moneda virtual
Existen diferentes métodos de intercambio con moneda social, dependiendo de los objetivos que se haya marcado cada uno de los grupos impulsores de la misma. Así por ejemplo, los soles, la moneda utilizada por la Red Sostenible y Creativa en Valencia, se gestionan mediante una cartilla en la que cada miembro anota las transacciones de cada intercambio que realiza.

En otras ciudades del mundo como Bristol, en Inglaterra, existen incluso billetes físicos de ‘Bristol pounds’ avalados por una entidad de crédito, pero sin embargo cada vez son más los colectivos que optan por el uso de plataformas electrónicas que favorecen estos intercambios de una manera rápida y sencilla. Una de las más extendidas es el Sistema de Intercambio en Comunidad (CES).

En esta plataforma, que tiene su origen en Sudáfrica, operan ya más de un centenar de sistemas de intercambio de todo el país. El ICDT es uno de ellos y, como comenta Antonio, acceder al sistema es muy sencillo: ”Simplemente eliges, desde la web el grupo de intercambio más próximo y solicitas el alta de usuario. Es imprescindible poner una oferta, (sé hacer esto o lo otro y lo valoro en tantos ecos la hora). El administrador revisa y acepta tu petición y a partir de ahí recibes los datos de acceso a tu cuenta en el grupo de intercambio y puedes empezar a hacer transacciones. A partir de ahí, solo has de buscar en las ofertas y demandas para ver si puedes necesitar algo de lo ofrecido o bien ofrecer algo de lo que los demás demandan”.

Saldo y compras seguras
El portal funciona como un verdadero servicio contable en internet. Los participantes pueden ver sus saldos actuales y obtener un extracto de cuenta. También pueden hacer un seguimiento del funcionamiento de cualquier usuario o grupo. Además la plataforma permite realizar intercambios con otros miembros de cualquier sistema del mundo integrado en CES.

La Eco Red Hoya de Bunyol también utiliza este sistema y nos explican su funcionamiento. “El cobro de la transacción lo efectúa el vendedor quién carga directamente el importe del intercambio en la cuenta del comprador o bien se genera un recibo como recordatorio de la transacción para posteriormente debitarlo en la ficha del comprador.
 Las personas que no tienen ordenador pueden interactuar con el sistema por medio de la figura del coordinador de zona que se encarga de realizar las operaciones en su nombre”.

Lo verdaderamente democrático y solidario de estos sistemas es que permiten el saldo negativo (siempre dentro de unos límites preestablecidos para evitar abusos). De esta manera cualquier persona, partiendo de cero, puede obtener un producto o servicio a cuenta de horas de trabajo o productos que suministrará en el futuro. Antonio nos lo presenta de una manera muy gráfica: En un sistema como el actual, “si no tienes euros, serás un marginado social o acabarás en la indigencia. En un grupo de intercambio, aún llegando a esos extremos, siempre puedes generar moneda social con tu trabajo. De momento el ECO funciona como moneda complementaria, aunque, si la gran estafa llamada crisis continua, y la gente entiende el concepto de moneda social y su funcionamiento, quizá pase a ser una moneda alternativa”.