Por Raúl Contreras y Núria González.
La injusticia nos obligó a convivir con ella. Desde pequeños, la obediencia, la disciplina se confundió con la anulación de la persona para ser. Vivimos constantes injusticias en nuestra infancia y en nuestra juventud que interiorizamos como normalidad con la pauta del que nos manda. Y aún así, nos duele la realidad. Deberíamos haber sido peores alumnos y no aprender bien la lección.
Aquel profesor, o así se hacían llamar, que un día nos explicó, a niños de ocho años, lo importante que era él puesto que nuestros padres no entenderían jamás la poesía que recitaba. La universidad sin opciones, donde se te acusa de tener la pluma ligera cuando sólo trasladas hechos, o te venden ese título para poder trabajar que se encuentra vinculado a la repetición de un pensamiento único. Aquel jefe que lo era sólo si sentía que alguien estaba debajo, o el presidente de la entidad que necesita se le reconozca constantemente como tal para sobrevivir.
Vivimos rodeados de situaciones impuestas donde la disidencia, pensar, se castiga con la falsa acusación, el aislamiento, la marginación, la cárcel o la muerte. Los métodos se refinan y la sutileza se viste de verborreas que no tienen más fin, que hacerse incomprensibles y generar el miedo desde el desconocimiento.
Nos distraemos constantemente opinando sobre el firme, las cunetas, la luz o el trazo del camino. Nos introducimos en una defensa de los medios y olvidamos el porqué. Entramos en el juego.
Debemos recuperar la capacidad de pensar de forma diferente, de cuestionar, de ser críticos. La libertad no es virtual. Éste es nuestro mundo y no podemos abandonarlo en manos de quiénes no lo sienten ni lo viven. Espíritus pobres cubiertos de dinero o poder virtual, egoísmo, intolerancia y/o miseria.
NO COLABORAMOS MÁS
Sujetos pasivos nos llaman a todos, aparece el término incluso en las leyes, y ciertamente cuántas veces lo somos. Nos negaron la libertad de pensamiento, o al menos lo intentaron y lo intentan. Es hora de pensar en libertad… Ya es hora de pensar.
¿Qué es la prima de riesgo? ¿Pero de verdad qué es? ¿Alguien la conoce? ¿Es real o es el fruto de una irrealidad virtual?
¿Quiénes son los desarrollados y quiénes los que están en vías de? ¿En qué vías, a dónde nos llevan?
No es cierto que un niño no sea apto, no es cierto que yo deba lo que nunca pedí, no es cierto que los que nos han llenado de problemas nos vayan a sacar de ellos, no es cierto que la justicia sea justa, no es cierto que haya personas con menos capacidad,… no es cierto que no se pueda hacer nada.
Lo que sí existe es un insulto constante a la inteligencia humana y la necesidad de empoderarse frente a un sistema que intenta, una y otra vez, repetir el esquema renovando las fachadas y escondiendo las realidades de sus débiles y maltrechas estructuras.
NUESTRA RESPONSABILIDAD ES PENSAR EN LIBERTAD Y CONSTRUIR NUESTRA REALIDAD DESDE LA GENEROSIDAD Y LA EMPATÍA.
Fuente: www.nittua.eu