Tim Jackson, profesor de desarrollo sostenible en la Universidad de Surrey
Un raro en el reino.
Como comisionado de Economía del Gobierno británico, Jackson presentó a Gordon Brown un informe (2009) para la reunión convocada con los líderes del G-20. El informe proponía una economía estable, sin crecimiento, que evite tanto el colapso financiero como el ecológico. Ningún líder se lo miró, pero fue el informe más descargado entre analistas financieros. Prosperidad sin crecimiento (editado por Icaria e Intermón Oxfam) se ha traducido a 30 lenguas y defiende que vivir bien en un planeta finito no puede consistir en consumir cada vez más y acumular cada vez más deuda. La prosperidad tiene que ver con la calidad de nuestras vidas y re-laciones y la economía debe adaptarse a ello.
Hoy la prosperidad es inseparable del crecimiento económico, de la expansión constante.
Burro grande, ande o no ande.
Para mí eso no es prosperidad, y encima ese modelo no funciona.
Defíname prosperidad.
Necesitamos unas condiciones materiales para vivir bien: comida, casas acondicionadas, ropa… Pero más allá de eso la prosperidad tiene que ver con la salud, las buenas relaciones, pertenecer a una comunidad vigorosa, la confianza en el futuro y un sentimiento de propósito en la vida.
Eso es filosofía, no economía.
Se equivoca, aparte de que acumular y consumir no tienen nada que ver con prosperar, es insostenible financieramente; de hecho, la crisis que estamos viviendo es la consecuencia de este sistema insostenible.
Basado en el crédito y la deuda.
Con esta obsesión de buscar el crecimiento, lo que hemos conseguido es minar el crecimiento y la sostenibilidad del sistema. El sistema es insostenible desde el punto de vista ecológico e inestable desde el financiero.
¿Cómo escapar del crecimiento sin hundir la economía?
En el sistema actual, imposible: si el crecimiento se detiene, el sistema se colapsa.
¿Entonces?
Propongo prosperar (en el sentido que decíamos antes) sin crecer, un modelo macroeconómico que permita una estabilización económica. Para eso debemos tener en cuenta dónde invertimos nuestro dinero. Dígame, ¿qué es la inversión?
¿…?
La relación entre el presente y el futuro: proteger los valores que tenemos para que estén ahí en el futuro; bajo esta premisa los objetivos de inversión serían los que permiten mantener las condiciones sociales, los valores ecológicos y la estabilidad.
Entonces, habría que reformar los mercados financieros.
Efectivamente, y replantearse cuál es el objetivo de una empresa.
Hasta hoy, hacer dinero.
Pues deben producir más servicios que objetos: salud, educación, cuidados sociales, ocio, cultura, protección de espacios verdes, construcción de espacios comunitarios…
Pero todo eso requiere dinero.
Pero también generaría ingresos si los mercados de capitales apostaran por ello. El problema es que las empresas basadas en el servicio están denigradas por la economía actual, yo le llamo el sector Cenicienta (que antes de ser princesa realizaba útiles trabajos domésticos no remunerados). En comparación con otro tipo de sector empresarial, no se le ve tanto potencial de crecimiento.
Bueno…, es que no lo tiene.
Debería permitirse que este sector de la economía fuera al baile, porque produce servicios en lugar de materiales y proporciona empleo que tiene sentido para la gente y con un impacto medioambiental muy bajo.
Sería bonito, sí.
Sé que es complicado, porque los beneficios que da este sector no son rápidos, así que requieren una inversión a largo plazo, comunitaria… Permitiría a la gente invertir en algo con sentido, y más seguro.
…
Este tipo de fondos, que ya existen a pequeña escala, menos expuestos a los mercados financieros, toleran mejor el choque que pueda producir una crisis financiera.
Pero la educación, la salud… no es una inversión, es un gasto.
Sí, un sector anticompetitivo, un agujero por el que se va el dinero. ¿No le parece patológico considerar el sector más importante de presente y de futuro de esa manera?
¿Alguien ha apostado por él?
Noruega ha financiado de manera sabia ese sector Cenicienta aprovechando los recursos que ingresa por el petróleo, lo que le ha permitido avanzar de una economía insostenible hacia un modelo sostenible.
De acuerdo, pero el dinero ha salido del petróleo, sucio, sucio.
Propongo aumentar las inversiones ambientales y desplazar el énfasis del gasto privado al gasto público, al mismo tiempo que se establecen firmes restricciones al consumo de recursos. Hay que aumentar los impuestos sobre los recursos naturales y la contaminación, establecer una renta básica universal y estipular medidas para desalentar el consumo.
Eso da miedo, pero ¿qué medidas?
Restricciones sobre la publicidad. Una redistribución de los ingresos y del empleo mediante la reducción de horas laborales.
¿Y cómo reformaría la estructura de los mercados financieros?
Implicaría no sólo regularlos, sino también alimentar las pequeñas estructuras financieras para que puedan dar créditos suaves a las comunidades, es decir, el pequeño sector empresarial también estaría implicado. Financiar una industria que ya está buscando inversión ética, que tiene en cuenta el impacto medioambiental y social, y que permite que la gente invierta en una economía real y útil para la sociedad.
¿Qué más?
Los políticos están agotando las ideas, pretenden reducir la deuda reduciendo el gasto social, lo que hace que decrezca la economía y se pierda empleo. Hay que ir a una estrategia a largo plazo que reformule el sistema económico.
Fuentes:
http://www.lavanguardia.com
http://www.intermonoxfam.org